ZADIG

El Debate Venezuela

Nº 5 | 25 de Abril de 2017

El Debate Venezuela

En esta edición:


 

Editorial

por Miquel Bassols

En el Forum Europeo Scalp de Bruselas celebrado este pasado sábado, justo antes de la primera vuelta de las elecciones en Francia, Jacques-Alain Miller ha precisado el lanzamiento de la red L'instant de voir (que había llamado en un primer momento Red Alfa). Se trata de un nuevo modo y de un nuevo momento de intervención del psicoanálisis en la cosa política. Si Freud, en la tradición del elogio de los grandes hombres (Thomas Carlyle), promovía el Nombre del Padre para salvarlo, Lacan mostró que ese Nombre del Padre era sólo una solución entre otras para sostener lo simbólico y que se podían inventar nuevas maneras de hacerlo (James Joyce). Leer desde esta perspectiva las nuevas coyunturas políticas en los distintos países en los que existe la AMP puede enseñar muchas cosas para este nuevo modo y momento de intervención. Por otra parte, Jacques-Alain Miller ha señalado en una reciente entrevista en Radio Lacan: "es en tanto que psicoanalistas que entramos en el campo político". Eso quiere decir que es siempre desde el país del psicoanálisis que debemos promover esta intervención.

¿Qué es lo que habremos podido aprender y concluir, teniendo en cuenta estas dos indicaciones, de este Debate Venezuela que recibirá contribuciones hasta el próximo viernes 28 de Abril? Es la pregunta que me hago ya y que lanzo a todos los que han tenido a bien seguirlo. Las contribuciones de esta entrega, la quinta, ayudarán cada una a elaborar una respuesta.

Mis mejores saludos,

Miquel Bassols

(Enviar textos, 6000 caracteres máximo, para el Debate Venezuela a: [email protected]; [email protected])


 

Frente al auge del fascismo y el autoritarismo en el mundo

por Santiago Castellanos (Madrid)

El Comunicado del Presidente de la AMP pronunciándose por la defensa del Estado de Derecho en Venezuela se ha producido a partir de que nuestros colegas, desde Venezuela, han solicitado solidaridad y apoyo ante los difíciles momentos que se están viviendo en el país. Fuimos consultados los miembros del Consejo de la AMP y los Presidentes de todas las Escuelas. No se trata de una improvisación, ni de una ocurrencia sino de una toma de posición que toma en consideración, tal y como dice Ronald Portillo en su texto publicado recientemente, que "una de las cosas a la que más teme este gobierno es la opinión pública internacional".

La declaración de la AMP tiene un carácter simbólico porque no va a alterar la dinámica de los acontecimientos en Venezuela, pero no por ello no dejar de ser importante. Supone un inequívoco pronunciamiento en defensa del estado de derecho después de que el Tribunal Supremo de Justicia dejara sin competencias al Parlamento. El mismo Tribunal aparentemente rectificó su decisión días más tarde, aunque Maduro ha ordenado recientemente la movilización del ejército ante las movilizaciones de la oposición y la crisis económica y política que se vive en el país.

No es muy difícil para los psicoanalistas entender la dimensión clínica de aquellos que se sienten perseguidos y que se consideran convocados a una misión redentora de salvar a su "patria" o a su pueblo de un Otro malvado que lo acorrala. El mismo Presidente Maduro declara que moviliza a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana a "una jornada de defensa de la moral, del honor, del compromiso, de la unión cívico militar, del compromiso con la patria, en repudio a la traición a la patria y los traidores de la patria, que desde el exterior, desde Miami, desde Bogotá, desde Santo Domingo triangulan conspiraciones". Son declaraciones que buscan provocar el miedo y la amenaza con el uso de la fuerza, y me parece comprensible que los psicoanalistas en Venezuela, que desempeñan su función en un contexto tan difícil pidan el amparo y el apoyo de la AMP, aunque se trate de un pronunciamiento simbólico.

Me ha sorprendido la opinión de algunos colegas a los que aprecio y respeto desde hace mucho tiempo cuestionando este comunicado de la AMP con el argumento de que no es habitual que haya un pronunciamiento de estas características. No me consta que una demanda de apoyo de estas características se haya producido desde otras Escuelas de la AMP desde su fundación.

Los comentarios que he podido leer en diferentes medios de las Redes Sociales en los que se dice que aquellos que criticamos el régimen de Maduro o defendemos las libertades democráticas en Venezuela hacemos el juego al neoliberalismo europeo o americano me recuerdan aquellos tiempos en los que siendo más joven -y antes de que cayera el muro de Berlín- algunos tomamos una posición crítica frente al totalitarismo de los regímenes del este de Europa y se nos reprochaba hacerle el juego a la derecha reaccionaria o al imperialismo americano.

El psicoanálisis no tiene por qué tomar un posicionamiento político concreto en relación a diferentes opciones, ya sean progresistas o conservadoras, pero sí defendemos las libertades democráticas y los derechos humanos allí donde sean cuestionados. Haríamos lo mismo si la EOL demandase un pronunciamiento público a la AMP en el caso de que el gobierno de Macri tomara medidas que cuestionaran el marco institucional de Argentina o pusieran el riesgo la existencia del psicoanálisis.

En el fondo es el mismo tema que hay en juego cuando la Presidenta de la ECF, Christiane Alberti, tomó la iniciativa de impulsar una campaña a través de Change.org haciendo un llamamiento a votar en contra de Marine Le Pen (MLP). Esta campaña es un llamamiento en primer lugar a no abstenerse, y en segundo lugar a votar en contra de MLP, independientemente de la opción que cada uno elija. Esta campaña ha encontrado un amplio eco en Francia y al mismo tiempo resistencias en sectores de la izquierda europea y he echado de menos el apoyo público de potenciales aliados a la misma en España.

Me ha llamado la atención de que en la Redes Sociales circule el argumento de que el dilema no es votar contra MLP en una lógica de voto contra de programas políticos camaleónicos que promueven el odio, la xenofobia y la identidad patriótica, que condujo en el pasado siglo al genocidio y la barbarie. Una vez más se presenta el argumento de que el problema de fondo es el neoliberalismo, minimizando la amenaza y las consecuencias políticas del avance neofascita en el viejo continente europeo.

El argumento es que no se trata del antagonismo entre fascismo y democracia sino del antagonismo entre neoliberalismo y democracia. Esto es lo que propone un sector de la izquierda en Europa.

Se ha puesto como ejemplo la situación de España en la que la polarización está entre aquellas organizaciones que representan los intereses de la ideología neoliberal -como sería el caso del PSOE y el PP- y la de otras organizaciones progresistas de izquierdas –como Podemos-. Se olvidan de que en España tuvimos 40 años de dictadura franquista y que en ningún caso es lo mismo Franco que Rajoy, el actual Presidente del gobierno. La dictadura franquista y el régimen monárquico no son la misma cosa. No soy particularmente simpatizante del Rey ni del gobierno del Partido Popular, pero tengo los suficientes años para decir que he vivido en carne propia la diferencia entre lo que fue parte de mi vida de juventud en los años 70 en la Universidad y la realidad política actual. He vivido de cerca los estertores de los últimos años del franquismo, la represión, la violencia y el asesinato de amigos y conocidos de aquellos tiempos y la realidad política actual que se vive en el Estado Español. Decir que la amenaza fascista y el neoliberalismo son del mismo orden es un despropósito que no toma en cuenta la historia reciente de Europa.

En última instancia no apoyar el autoritarismo y la deriva del régimen de Maduro está en consonancia con la misma campaña que en Francia los psicoanalistas promueven contra MLP. Hay el riesgo y la amenaza del fascismo en Europa y hay el autoritarismo de regímenes de diferente índole que ahogan los derechos humanos y democráticos más elementales y que ponen en riesgo la vida de los psicoanalistas y la existencia del psicoanálisis en otros países.

Vivimos en un mundo convulso y lleno de incertidumbres y es en ese marco que el psicoanálisis y la "acción lacaniana" tienen algo que decir, tienen que tomar un compromiso con la civilización para superar la barbarie cuya sombra se cierne sobre Europa y otras partes del mundo.


 

De por qué firmé contra Le Pen

por Gustavo Zapata (Caracas)

Cuando los colegas de la ECF comenzaron la frenética difusión de la petición "Llamado de los psicoanalistas" dirigida a sus conciudadanos por Twitter, fui directamente al texto de la petición y lo leí con detenimiento. Se trataba de una exhortación a los franceses para ejercer su derecho al voto contra el "partido del odio" cuya ideología "amenaza las libertades públicas, exacerba las tendencias que llevan a la exclusión, al odio, a la confrontación". Y enfatiza sin ambages que la elección de Marine Le Pen a la presidencia "fracturaría nuestra sociedad, con consecuencias desastrosas". Entendí perfectamente la razón que los llevó a "salir de su reserva en materia política", pues "no hay psicoanálisis digno de este nombre sin el estado de derecho, sin libertad de opinión y de prensa, sin la respiración y la dinámica de una sociedad abierta". Sin demora, firmé la petición.

Eso me hizo reflexionar en torno a la situación de mi país. Y no pude concluir otra cosa, con un cierto dejo de amargura, que eso que temen los colegas de Francia (y que deberían temer todos en Europa, por cierto), se había enquistado en Venezuela sin que nadie lo hubiera podido (¿o querido?) advertir, y que aún ahora, cuesta que algunos lo reconozcan. Somos una sociedad estancada, fracturada por la confrontación, el odio y la exclusión, azuzados por el empuje al Uno de un partido que ejerce su hegemonía forzada con mano de hierro, en aras de cuya ideología ha cercenado sistemáticamente las libertades ciudadanas, de opinión y de prensa, y como último recurso, ha derogado el estado de derecho y ni siquiera nos deja ejercer el del voto. Cuesta creer que un psicoanalista (o cualquier persona mínimamente esclarecida) que firma contra Le Pen, no pueda reconocer que en Venezuela "la posibilidad misma de nuestro ejercicio resulta cuestionada". Que se sepa: ya pisamos el umbral del miedo a hablar, a beneficio de inventario.

Y es que el amo versátil de este siglo XXI ha sabido hacerse con una política líquida, acorde con los tiempos, y aparte de haber aprendido a utilizar la corrupción en todas sus formas para comprar silencios y complicidades, hace uso de los semblantes que le prestan las ideologías para echar tierra en los ojos de tirios y troyanos, forzando una discusión interminable acerca de las "causas" y el "fondo", a sabiendas que mientras estemos enzarzados en esa diatriba, no podemos contener su avance masificante hacia la homogenización alrededor de su goce Uno. Toma de la izquierda y de la derecha causas, nacionalismos, consignas, himnos e insignias, para, "en nombre precisamente de las libertades que aniquila", despertarnos para que sigamos durmiendo.

El Debate Venezuela no versa entonces sólo en torno las vicisitudes de un país que está tratando de zafarse de un régimen de violentamente totalitario, sino, sobre todo, versa acerca de la oportunidad y el espacio que tenemos nosotros, los psicoanalistas orientados por el trabajo de Freud y la enseñanza de Lacan, para intentar cerner, bien-decir y nombrar los horrores de este amo versátil que, aunque con ropajes nuevos, viene a pedirnos más y más sacrificios a los mismos "dioses oscuros" a los que siempre ha servido. ¿Estaremos a la altura?

Ref.: ¡Despertad!, por Miquel Bassols en http://ampblog2006.blogspot.com/2017/03/llamamiento-los-psicoanalistas-contra.html


 

El estancamiento del poder

por Luis Darío Salamone (Buenos Aires)

Sigmund Freud nos enseñó que siempre vamos a tener problemas en la sociedad, ya sea en un país o una institución. No hay forma de escapar al malestar, no hay forma de escapar a la pulsión de muerte. Si, se le puede dar un tratamiento particular.

Mi visita a Venezuela invitado por la NEL Maracaibo me hizo ver el contraste que había en ese país entre una institución psicoanalítica, donde habita un deseo por el psicoanálisis contagiado por autoridades muy democráticas, y un país paralizado por la violencia y el desabastecimiento a partir del estancamiento del poder. No sé porque me hizo querer tanto a ese grupo y a ese país. Supongo que fue porque, más allá la calidad de las personas, uno se solidariza en un tiempo de crisis con quienes se han ganado nuestro afecto. Si en nuestra comunidad reinara ese afecto, más allá de las diferencias políticas, no habría dudas en sumarse a un pedido de solidaridad hacia los psicoanalistas de un país en semejante estado.

Pero acá se juega uno de los puntos interesantes de este debate. Los analistas suelen quedar tomados por una ideología que enceguece. Que, como lo ha dicho brillantemente Margarita Álvarez Villanueva en una nota en Facebook, lleva a ver el problema en el otro y no a interrogar lo que queda del lado de uno.

El sistema democrático ha sido hasta el momento el mejor invento para tratar el malestar inherente a cualquier sociedad humana. El problema es que no todo el mundo puede tolerar un sistema realmente democrático. Más allá de lo que se pregona todo el tiempo, no resulta fácil soportar las diferencias.

El poder y el dinero juegan su partida, no solo en los regímenes neoliberales, también el los que se dicen de izquierda y han sido corrompidos por estas cuestiones. Vuelvo una vez más a recordar el genial personaje de Tolkien en El señor de los anillos que se degradó por llevar demasiado tiempo el anillo del poder. Al parecer los humanos no están demasiado aptos para semejante empresa. El estancamiento del poder en la misma persona lleva a aquello que más puede perturbar a una sociedad, sobre todo en nuestra época: el autoritarismo. A partir de ese rasgo se pueden cometer errores que, lejos de tranquilizar a la pulsión de muerte, la despierte y ponga el juego.

El debate propuesto por el presidente de la AMP es necesario. Y transciende las cuestiones políticas de un país, toca de lleno en un problema que nos ha señalado Jacques-Alain Miller: la dificultad que puede implicar la alienación a un ideal. Algo necesario de interrogar para que eso no juegue su partida en la clínica.


 

Hay un problema con los tiempos

por José Armando García (Miami)

Hay un problema con los tiempos, y como lo hay, y como persiste, decido seguir la secuencia con el fin de someterla a una lógica: de no ser así, estaríamos enfrentados a un resto.

Hay un pronunciamiento desde donde hoy rompe la ola del populismo, en el refugio certero del psicoanálisis Lacaniano: Francia. Una demagoga que tiene tiempo haciendo bulla, ahora tiene fuerte posibilidades de hacerse de la presidencia de la república, con agenda a ratos calcada: capitalizar el descontento generalizado y ponerlo a operar contra un Otro imaginario. La fábula y su moraleja resuena en colegas venezolanos: ellos saben de lo que el descontento no quiere saber, no por ahora. Ellos saben que ese cuento es crónica y no fábula.

Con la advertencia surge también una petición: si se pide pronunciamientos en tiempos de cautela, ¿por qué no pedirlo pedirlos en tiempos de calamidad? A fin de cuentas, el tiempo corrido -18 años en total- le resta parcelas al discurso analítico inexorablemente.

El pronunciamiento en tiempos de calamidad viene, y a él se responde con un debate polarizado –contrastando quizás con la "solidaridad casi mecánica" con la que respondimos al iniciático pronunciamiento francés. En el debate (sobre Venezuela) unos piden cautela y ponderación, piden detenerse un tanto más en las causas –de lo que se desprende, que para muchos venezolanos, tal cautela sea más bien una postergación. Otros, en cambio, exclaman "¡Por fin!" como diciendo un "Eureka": hay un problema con los tiempos –no solo EN los tiempos que vivimos, sino CON el nombramiento de ese tiempo, cuando ya pasa y exige, por ejemplo, o cuando no ha pasado y sin embargo, persiste.

En la lengua inglesa, la diferencia entre time y timing reside en lo que pasa –o no- en el tiempo. De tal manera que el tiempo pasa, pasa inexorable, incluso a pesar de su contabilidad simbólica. El timing, en cambio, viene a puntuar en el pasar del tiempo un evento que solo podía acontecer en un lapso. Pero hay un asunto más, para dar cuenta del tiempo tenemos –ya lo dije- su contabilidad en unidades establecidas casi universalmente, pero para dar cuenta de un timing tiene que haber una sanción sobre el correr del tiempo: una escansión, un pronunciamiento. De no haber tal pronunciamiento, se pierde el momento de ese evento –wrong timing, se diría-, y queda como un resto de algo real que aconteció pero nunca fue nombrado.

Para eso no nombrado en tiempo propicio, el psicoanálisis connota fundamentalmente dos nombres: síntoma y angustia. En la angustia tenemos una ruta regia a lo real, en el síntoma también, pero primero hay que hacer un pasaje por el mensaje en él cifrado: es un intento último por cernir lo real. De tal forma que, tanto en el síntoma como en la angustia, hay una segunda oportunidad -quizás la última, definitivamente única- para nombrar lo que se arrastra en tanto wrong timing.

Afortunadamente para nosotros en la escuela, ninguno está exento de angustias, y la Escuela es incluso motivo de síntoma, en algunas ocasiones inclusive hace síntoma en sí misma, es el síntoma. Es lo mínimo que uno puede esperar de una Escuela de Psicoanálisis, de lo contrario no se dilucidaría de un partido, o una agrupación –lo cual está en el reverso del Discurso Psicoanalítico.

De tal suerte que habría que revisar los tiempos, en particular me ocupa el tiempo último: el que ha generado un "debate polarizado" a lo interno de la Escuela. Vale incluso revisar si es el nombramiento justo: ¿es un debate o es una reacción? ¿Y qué revela en retrospectiva?: ¿es el resto de partidizaciones para demorar el tiempo de concluir? ¿O lo que está de ya concluido denota lo inconcluso?

Para mí, venezolano expatriado precisamente por las circunstancias de su país de origen, no es debate que Venezuela vive hoy –y quizás desde hace una buena década - la suspensión sistemática del "Estado de derecho", y que esto es un revés para el Discurso Psicoanalítico –a la vez que un punto de inflexión para cada uno de los psicoanalistas. Sostengo también que la dilatación en el pronunciamiento no es cautelar, que no es cautela el buscar una causa más para lo que "no tiene nombre", lo que es inaudito, lo que es inaceptable. Cuando es el organismo, lo real en el cuerpo, el que está comprometido, mermado incluso, por agentes de un poder biopolítico sin precedentes en la historia venezolana, vale cerciorarse de que los vínculos –cualquier vínculo- están aplanados, y todos –analistas y pacientes- se abocan a lo que es menester: vivir.

Debatirse es de sujetos –la división allí es constitutiva-, pero un "debate polarizado" es cuestión de puntos de vista, y por tanto, de grupos. Luego, yo debato no lo que es real, porque seguiría insistiendo, sino el tiempo que fue o no escandido, lo demás es resto de lo que cada cual deberá ocuparse.


 

Morir en Venezuela

por Gerardo Réquiz (Caracas)

No voy a entrar en la controversia sobre la pertinencia del debate que adelanta la AMP sobre la situación en Venezuela. El debate es un hecho y hay que seguir nutriéndolo. La instalación del régimen del Uno en Venezuela, con sus efectos de segregación y exclusión son, de por sí, elementos más que suficientes para instaurar un debate dentro y fuera de la comarca analítica por lo que ello significa en términos de deterioro de los derechos sociales, civiles y políticos, y especialmente las libertades públicas, la libertad de expresión, para el derecho a la diversidad y, por supuesto, para la práctica del psicoanálisis en tanto este opera a contra corriente de las ideologías masificantes.

Todo esto, y lo que a continuación describo, ha venido sucediendo bajo la mirada cómplice y complaciente de la izquierda mundial. Solo algunos, la izquierda más progresista, por llamarla de alguna manera, se han distanciado mientras que otros todavía lanzan voces en defensa de una revolución indefendible.

Mucho se escribe sobre la crisis del lazo social en Venezuela. Casi a diario los medios de todo el mundo lo reportan. Debería bastar para el esclarecimiento, pero no es así. Es lo que regojo de algunas intervenciones en este debate. Para quienes dudan o aún no tienen suficiente, aporto un dato más. Un dato aterrador que no puede ser soslayado y que expongo bajo el titulo de mi contribución de hoy: Morir en Venezuela. Un título fuerte ciertamente, soy consciente de ello, pero es que no estamos para eufemismos.

La muerte, que suele ser la última frontera cuando la vida tiene valor simbólico con qué negociarla, aquí es la primera frontera. ¿Exagero? No lo creo. Abruman los relatos que tratan de darle un sentido al sin sentido de la muerte como acontecimiento: "Murió en enfrentamiento con la policía, murió en un atraco por oponer resistencia, o sin ella. De repente y sin motivo…"

En los años de revolución bolivariana las estadísticas de muerte aumentan de año en año. El acelerado empobrecimiento, el hambre, la falta de acceso a la salud y las medicinas en todos los niveles sociales, como ya lo han destacado otros colegas, son caldo de cultivo para la delincuencia. Es un hecho conocido.

El Observatorio Venezolano de Violencia (OVV) estima una tasa de 91,8 muertes violentas en Venezuela por cada cien mil habitantes, para un total de 28.479 muertes en 2016, la cual ubica a Venezuela en el segundo lugar entre los países con mayor violencia letal en el mundo, de acuerdo con el Informe Nacional 2016.[1] Desde 1999 hasta diciembre de 2016, según esta misma fuente, se registraron 287.926 muertes violentas en el país. Cabe destacar que en 1998, cuando Chávez asumió el poder, las estadísticas reflejaban ya la escandalosa cifra de 4.550 muertos por violencia al año. Pero en el período del chavismo esta cifra se incrementó en 6.2 veces.[2] Solo Siria, que está en guerra, supera estos números[3] .

Esas muertes se producen en manos de delincuentes, muchos de ellos menores de edad, de bandas organizadas que practican el secuestro express, la extorsión, el asalto tanto en la calle como al interior de nuestras viviendas. Hasta los presos tienen armas de fuego y toda una estructura organizada para la muerte que ya es rutina en y desde las cárceles. Todo esto es archi conocido por la población venezolana de un bando y del otro de la polaridad que caracteriza la vida política del país. Vivimos con temor, acechados por la amenaza de un real sin ley que se desborda sin contención.

Frente a esto la pregunta obligada es por la institucionalidad y el orden simbólico en una sociedad con estas realidades tan visibles. También la pregunta es por el discurso revolucionario, puesto que es imposible explicar el enorme incremento de la delincuencia y la violencia solo por el empobrecimiento económico.

Patria socialista o muerte, es el eslogan repetitivo de la revolución. Este enunciado no reconoce al otro, al opositor, ni tampoco al disidente interno. No solo eso, sino que lo condena a la aniquilación. Durante años el discurso oficial ha ido inoculando ese mensaje en una población que simultáneamente ve caer los semblantes de la institucionalidad, de los fundamentos simbólicos con los cuales el colectivo maneja los goces individuales en beneficio precisamente de la vida en sociedad; de la asimilación de los poderes autónomos propios de una democracia por el poder ejecutivo que los maneja a su antojo, y del ejercicio de la autoridad por medio de la discrecionalidad del amo. Sabemos que la discrecionalidad es uno de los nombres del goce y en Venezuela nadie vigila el goce del amo. La impunidad se impone. La corrupción generalizada y el robo sin límites del tesoro nacional a manos de los jerarcas del gobierno es la norma. En fin, no hace falta abundar en más detalles para inferir los efectos de modelaje que el delito sin castigo ejerce sobre la población. Robar, como dijo una vez el presidente Chávez, está justificado para un padre que debe dar alimento a sus hijos.

Por otra parte, dependemos totalmente de un estado, dueño y distribuidor de la riqueza, que justifica el desastre económico y social del país con la bondad de un ideal que algún día nos traerá la felicidad esperada, en flagrante ignorancia de la huella profunda que dejó el fracaso del totalitarismo en el siglo XX. Esta creencia en el ideal salvador se repite con una constancia digna del aparato propagandístico de Goebbels.

Es cierto que una creencia no se combate con evidencias. ¡Si lo sabremos los analistas! Y esto vale tanto para el individuo como para la masa. El psicoanálisis ofrece un dispositivo para revelar el goce que las sostiene y agujerear así las creencias uniformadoras y cualquier otro refugio que ofrezca el amo, pero se requiere el espacio favorable para la tarea. Venezuela es también el país del psicoanálisis. Queremos seguir siéndolo sin la amenaza del régimen del Uno.

NOTAS

  1. http://observatoriodeviolencia.org.ve
  2. http://internacional.elpais.com/internacional/2016/12/13/actualidad/1481643811_024842.html
  3. http://elcooperante.com/el-milagro-de-chavez-en-la-tierra-mas-250-mil-asesinatos-en-16-anos-de-revolucion/

 

Instante de ver...

por Ángel Sanabria (Maracay)

1. Un hombre sabe lo que no es un hombre.
2. Los hombres se reconocen entre ellos por ser hombres.
3. Yo afirmo ser un hombre, por temor de que los hombres me convenzan de no ser un hombre.
J. Lacan

1
Las recientes sentencias 156 y157 del TSJ en Venezuela han puesto ante nuestras narices un hecho desnudo: la usurpación de las funciones de la Asamblea Nacional por el Poder Judicial. La pretensión de borrarlo, literalmente hablando, con las sentencias 158 y 159, no ha hecho sino reafirmarlo. Pero este hecho puntual no es más que el punto de capitón que hace claramente legible la serie de acciones contra el orden constitucional iniciadas a partir de diciembre de 2015 por el Poder Judicial (desde la "desproclamación" y suspensión "cautelar" indefinida de los diputados de Amazonas y la subsiguiente anulación de las decisiones de la AN por "desacato", hasta el bloqueo sistemático a la realización de elecciones –revocatorio, elecciones regionales). Podemos discutir desde diferentes concepciones qué cosa sea eso que llamamos "Estado de derecho", pero frente a un atentado de esta naturaleza simplemente se sabe lo que no es un Estado de derecho. Tiene un nombre: "golpe judicial".

2
Ahora bien, ¿en qué nos atañe esto a los miembros de la NEL y de la AMP? ¿Por qué ocuparse de esto en tanto psicoanalistas? No son un secreto las crecientes dificultades que la crisis impone al ejercicio del psicoanálisis y a la participación de los psicoanalistas venezolanos en la vida asociativa de la AMP, dificultades que por lo demás no son más que un pálido reflejo de las calamidades –no tengo otro modo de llamarlo- a las que está sometida la población y que por sí solas reclaman un posicionamiento ético. Pero más allá de estas consideraciones, lo que finalmente justifica que los psicoanalistas nos ocupemos de esto es la estrecha relación del psicoanálisis con la preservación del Estado de derecho. Una alteración del orden constitucional es algo que atañe a los psicoanalistas por razones propiamente analíticas que tienen que ver con la suposición de un sujeto de derecho como marco previo a la pregunta de cada cual por su propia singularidad. Para el psicoanálisis, la democracia no es tanto un ideal como un síntoma ‒un modo de arreglo con lo que no marcha en el campo de lo político. La separación de poderes es algo más que un bonito sueño de Montesquieu; es en principio un mecanismo que, en la línea del "tú picas y yo escojo" de nuestra infancia, busca evitar el "pagar y darse el vuelto" de todo autoritarismo.
Mientras en Francia se llama –con toda razón- a votar en contra de Le Pen, en Venezuela se lucha por la posibilidad misma de votar. El proyecto en marcha en Venezuela, que recurrió hasta el cansancio a las urnas mientras el voto popular lo favorecía, dedica ahora sus esfuerzos a obstaculizar cualquier contienda electoral, reduciendo el voto a un recurso circunstancial, un medio entre otros para la conquista y mantenimiento del poder –ya saben, "el fin justifica los medios". No es poca cosa, esto del voto: "Cuando todos los semblantes sociales y políticos vacilan, en el momento del voto solitario en la cabina electoral, al amparo de todas las miradas, incluso de la de la consciencia moral, es el inconsciente el que toma su mano, la mano que vota. Manera de comprender la sentencia de Lacan: 'El inconsciente es la política'" (Christiane Alberti, "El psicoanálisis es el exacto reverso del discurso del Frente Nacional", disponible en Psicoanálisis inédito). Entonces, en medio de la más severa crisis humanitaria y de gobernabilidad que hemos vivido en décadas, la posibilidad de una salida política pacífica a la crisis en Venezuela pasa necesariamente por la defensa del derecho al voto. Y concretamente por la defensa de la libertad de votar en contra (muy distinta del llamado a votar en contra, como lo ha distinguido oportunamente Miquel Bassols). Pues a fin de cuentas, el derecho al voto –de unos y otros- se reconoce en la libertad de votar en contra.

3
En medio del silencio que han venido guardando muchos intelectuales denominados de izquierda a uno y otro lado del océano, haberse apresurado los colegas de Caracas a hacer el llamado a defender el Estado de derecho en Venezuela "en caliente" –antes de que la inercia de las interpretaciones me convenzan de lo contrario- es un acto que vale lo que vale aunque sólo sea por haber llevado a abrir un debate tan necesario como eludido. No se trata simplemente de ventilar nuestras diferencias en materia de política, como cualquier ciudadano de "izquierdas" o de "derechas", sino de intentar dilucidar lo que hace síntoma en la crisis venezolana y encontrar en tanto comunidad analítica un mejor modo de posicionarse ante ello que el mero silencio.


 

Toma de posición

por Lupe Tobía (Caracas)

¿De qué trata este espacio abierto por la AMP para el Debate Venezuela? ¿Se trata de alojar el malestar en espacios fuera de la Escuelas? ¿O es un llamado al Otro en un pedido justificado de auxilio ante el real diario que acontece al pueblo venezolano?

Diría que se trata de que los colegas psicoanalistas puedan plasmar su particularidad ante lo que les concierne, ya que hablar de singularidad amerita un recorrido mas allá del padre.

Lo que leí en los escritos de diversos psicoanalistas de la AMP, motivados por el sujeto Venezuela: denuncias y elaboraciones a favor y en contra del gobierno, cosa de la cual se trata en las Escuelas de Psicoanálisis Lacaniano, acoger la diversidad y pluralidad de pensamientos. Y, nos guste o no, estas diferencias debemos soportarlas, siempre y cuando este goce no se quiera imponer ya que de hecho resultaría contradictorio para la practica lacaniana, cuyo trabajo central esta dirigido al discurso del amo del inconsciente para poder acceder al inconsciente real.

De allí que ideales de justicia social, socialismo, neoliberalismo, sostenidos en significantes amos, deban caer en un recorrido analítico para poder ir mas allá del totalitarismo imaginario y del totalitarismo del lenguaje. Más bien poder salir de estos significantes de derecha e izquierda que nos están impidiendo ver el emerger de un nuevo pero poderoso Populismo, que está haciendo estragos a nivel mundial y que da cabida al terrorismo y al narcotráfico como solución económica del siglo XXI.

Ahora bien, si hay una ruptura del orden democrático en una sesión analítica, donde no se pueda enunciar la regla fundamental del psicoanálisis, hable de lo que quiera, ¿esto seria psicoanálisis?

Eso nos pasa hoy en Venezuela, hay una ruptura del orden democrático puesta en acto por la Fiscal, aunque esta ruptura estaba dada desde hace algunos años. Y si hay esta ruptura, ¿cómo se puede trabajar psicoanalíticamente en una sociedad que adolece del libre pensar y hablar?

Se trata de un gobierno totalitario que, como el inconsciente totalitario, cercena los derechos elementales de un sujeto y lo mantiene atrapado en sus significantes amos, impidiendo ejercer su deseo de votar, mecanismo básico de la democracia para poder elegir, aun cuando sea desde su fantasma, quien quiere dirija su país.

Y no se trata de polarización que remite siempre a lo imaginario de imponer un pensamiento cualquiera, se trata de la toma de posición ante el discurso del amo. Mas aún si somos sujetos formados en la Escuela de Lacan. La polarización está inmersa en los fantasmas que no han sido develados o construidos. Mientras que la toma de posición ante un discurso totalitario, va mas allá de la particularidad fantasmática, atañe a la singularidad de cada uno, una vez decantados los significantes amos y cuando el sujeto puede acceder a su goce singular que amerita un esfuerzo más hasta lograr saber hacer con eso que ha dirigido su vida.

Polarizacion y toma de posición "no son cuentas de la misma cuenta" como dice Octavio Paz.


 

Medidas desesperadas

por Heleaneth Mora (Maracaibo)

En primer lugar quisiera mencionar un punto que podría decir es clave para ciertas políticas que se han ido adoptando en Latinoamérica, en especifico en Venezuela. Vemos con mucha facilidad a nuestros representantes políticos como el Otro paterno, el Otro salvador, que viene a "resolver" los problemas del pueblo. Gran parte de los sujetos de nuestro país han crecido sin una función paterna presente, y permanente en el hogar, los lazos familiares se rompen con una facilidad a veces sorprendente, algunas familias se presentan sin solidez alguna.

Los sujetos crecen perdidos, en busca de orientación, y aunque han aprendido un modo de funcionamiento, solo en algunos casos es transmitido desde la función paterna. La sociedad actual mundial se caracteriza hoy por la caída de los ideales, la caída del padre, de la ley; y ya sabemos todo lo que esto conlleva. En Venezuela esto es así desde hace ya algún tiempo, a partir de la llegada al poder del fallecido Hugo Chávez muchos sujetos encontraron al padre, al padre que no tuvieron, al padre que estaban buscando, o al padre que necesitaban. Esto lo compararía con la religión, encontrando en muchas ocasiones el fanatismo.

Digo lo anterior como introducción al problema en cuestión, podríamos decir que la situación que vive el país es un real para el cual no solo no estamos preparados, sino que es un real que atraviesa a una población que se ha quedado sin herramientas simbólicas, incluso contando con ellas la situación no puede ser interpretada o abordada a partir de allí. La lógica de los significantes no solo falla, digamos que no sirve para nada, en este momento donde no hay nada garantizado. Algunos catedráticos y especialistas dan cuenta de la situación, sin embargo va más allá de ese saber, ese saber no tiene relación alguna con la realidad, el único "recurso" del que podemos valernos es la especulación. Los sujetos se hacen sus propias ideas, en esto los medios sociales han jugado un papel importante, tornándose cruel en ocasiones, y produciendo además toda una serie de acontecimientos de cuerpo. Desesperación, inseguridad, rabia, odio, incertidumbre y miedo, esto podría decir, toca hoy a todos los sujetos de este país.

En el momento actual los sujetos están orientándose solo a partir de lo que transmite el cuerpo, de lo que transmite en muchos casos como necesidad imperante (lo que está en juego son las necesidades mas básicas de los ciudadanos). Esto llevó a los sujetos a protestar, a salir de sus casas demandando un cambio. Esto es lo que llamo "medida desesperada" (lo que llamaban guarimbas el intento de llegar a Miraflores) desesperada porque tuvimos que tomarla por nuestras manos, saltando muchos otros pasos, por esta razón no considero sea la opción correcta. " Estos ciudadanos violentos" han incurrido en hechos muy lamentables en alguna ocasión, como a su vez ellos han sido víctimas de hechos lamentables también, sin embargo ¿sin estos hechos habrían sido tomados en cuenta? ¿Hay alguna manera de protestar sin ser mal visto por el otro bando? Es decir, es una medida desesperada, pero los venezolanos estamos desesperados.

Esto aconteció y sigue aconteciendo en la actualidad. No se han tomado " aún" las medidas adecuadas, como consecuencia la situación esta aún más caótica, tener lo necesario para vivir cada día (alimentos, medicamentos, seguridad, incluso artículos de higiene personal) es una lucha diaria para los venezolanos.

Para concluir, podría decir que cualquier sujeto que solo haga de espectador, es un sujeto que estará altamente entretenido, la situación engancha tanto como un culebrón, solo que aquí los afectados son reales, son hombres y mujeres , son vidas reales las que se pierden.

Este pueblo necesita creer que hay un saber hacer, proveerse de herramientas para salir de esta angustia. Esto es un llamado al saber, necesitamos orientarnos, entender, salir de la incertidumbre que evita al venezolano pensar en que ocurre con él como sujeto, más allá de lo político, de lo económico y de lo social. Es decir, ocurre como con los objetos que provee el capitalismo, distraer, mantener a los sujetos inmersos ahí sin tener que pensar, evitando pensar. Cuando lo que está en juego es la propia vida, los sujetos solo intentan sobrevivir, esto se ha vuelto cuestión de supervivencia, sin que se vislumbre ninguna salida que permita al sujeto creer, creer en que si hay un saber, en que si hay un camino que permita cierta tranquilidad.