ACTIVIDADES

Vector Clínico

Seminario de Investigación sobre la Práctica Analítica

SIPA | 2017-2018

Notas para seguir conversando sobre el pase

Por Ana Viganó

"Solamente cuando hay una masa cristalizada
de malentendidos, que son la base,
se dice que se sabe lo que una palabra quiere decir."[1]

La cita de Miller se inscribe en el contexto de su intervención acerca del éxtimo, en particular en el cartel del pase. Creo que puede servirnos muy bien para pensar ambas cuestiones: lo éxtimo en el pase; el pase como éxtimo.

Si asistimos a la I Conversación Política sobre el pase en la NEL y ello toma la forma de acontecimiento es porque la nominación de una AE de la NEL más la decisión política del Comité Ejecutivo y del Consejo Federativo han encontrado coincidencias que pulsan en esta dirección, proponiéndose entonces una especie de punto 1 con la potencia tal de iniciar, llegado el caso, una serie. Celebro con énfasis la orientación mas desearía que el estado de trabajo forme en nosotros una serie que no requiriera ya ser numerada.

Tratando de sumar a la masa de malentendidos productivos, señalaré algunos puntos que considero pueden resultar de interés en nuestra conversación:

1.- Sabemos que los AE lo son de la Escuela Una. Sin embargo, la añoranza -ahora vuelta realidad- de un AE de la NEL se manifestaba con diversas tonalidades. Recuerdo una reflexión de Bassols hace algunos años en México sobre el punto en que se encontraba la ELP en ese momento respecto del pase: con varios AE ya nominados en su haber, les hacía falta la nominación de uno que hubiera realizado su análisis dentro de la ELP. Esta tensión -que comprendo- siempre llamó mi atención. Mientras que la Escuela Una, "manifestación de la esencia del Campo Freudiano", "se esforzó por superar la diferencia de lenguas y la separación de nacionalidades"[2] nuestra reflexión tiende a volver a lo territorial, aún de territorios cuya existencia operativa no deja de ser una ficción oportuna en su tiempo y espacio. Lo que hoy es NEL no lo era ayer y no sabemos si lo será mañana, por buenas razones.[3]

Creo que un AE de una Escuela estaría en condiciones de interpretar la Escuela cualquiera que sea o mejor aún, la Escuela en tanto Una. Sin embargo, la comunidad de experiencia vuelve de algún modo natural que se le pida una dirección sobre su propia Escuela. Me parece valioso no dejar de preguntarnos de qué modo se entrelaza lo íntimo -de la comunidad de experiencia, de lo territorial- con lo éxtimo, en cada coyuntura.

2.- Un no-saber localizado: Vemos repetirse una y otra vez la definición de la Escuela en torno de un no-saber, pero situar que este no-saber debe estar localizado es lo que hace a la experiencia del pase y asimismo permite considerar a la Escuela como una experiencia analítica. Localizar los puntos de no-saber en cada tiempo de verbo [4]-tiempo + espacio- es la orientación tanto para pensar el propio caso -que llevado hasta las últimas consecuencias podría ser presentado al dispositivo- como para producir algún análisis de la experiencia de Escuela. Y si para Lacan esto era función de los AE, es un hecho que no es una función exclusiva: es una función no-toda, que pueden encarnar y que es encarnada también por otros -no AE, ex-AE- de maneras contingentes. Tenemos mucho por estudiar e investigar acerca de la interpretación en este sentido. Enhorabuena!

3.- El pase es un ejercicio imposible, que hay que hacer: No hay Escuela sin pase pues el pase incluye al menos 2 dimensiones esenciales a su propósito entendido como hacer avanzar el psicoanálisis. Por un lado, su desdoblamiento en pase clínico, esencial a la práctica analítica que intentamos sostener, es la experiencia lógica del final de un análisis. Por otro, el dispositivo y sus 4 vías de trabajo: los carteles del pase; los pasadores; los pasantes; los AE nominados. Creo que una Escuela del pase necesita poner al trabajo todas estas dimensiones y no solo la de los testimonios -sin duda una dimensión privilegiada por excelencia- En ese sentido, que una cura analítica sea equivalente a una demostración incluye a todos estos actores encargados de hacerla posible. Creo que la dimensión testimonial es profundamente reveladora en términos de transmisión y enseñanza de aquello que se puede extraer en términos lógicos, y aún de aquello "que se siente, se lo reconoce, pero está más bien entre líneas"[5] y a lo que la comunidad muchas veces le exige un poco más de satisfacción allí. Me parece fundamental nutrirnos además con los aportes de las otras vías de trabajo, cuyo esfuerzo no testimonial está del lado de la demostración que implica el esfuerzo de ser un poco más analíticos -incluso por su misma función de poner al trabajo aquellos casos que, habiendo pasado por el dispositivo, no han sido nominados- Celebro la invitación a Stiglitz y su experiencia en esos espacios y nos invito a seguir trabajando esa articulación.

NOTAS

  1. Miller, J.-A., La erótica del tiempo y otros textos, Tres Haches,. p, 98
  2. Miller, J.-A., Idem p. 65
  3. Lo digo en este momento, sabiendo que el tema es por demás sensible en la extensión del Campo Freudiano después de la Conferencia de Miller en Madrid.
  4. Cfr. Miller, Idem.
  5. Miller, Idem, p. 91