ACTIVIDADES

Vector Epistémico

Seminario de Formación Lacaniana

SFL | 2017-2018

El sinthome en las psicosis ordinarias

Por Débora Rabinovich

(24 de febrero de 2018)

Para comenzar situaré rápidamente la relación psicosis ordinaria – psicosis.
Luego me ocuparé de la articulación psicosis – locura.

Psicosis ordinaria – psicosis

El término psicosis ordinaria como un nuevo aparato epistémico fue inventado hace 20 años por Jaques-Alain Miller.

Las psicosis ordinarias, si bien no quedan dudas, son psicosis, son psicosis que se pescan en signos bien discretos. Esto tuvimos últimamente la oportunidad de leerlo en los diversos textos de preparación hacia Barcelona. Comenzando por el excelente argumento de presentación del Congreso escrito por Anna Aromi y Xavier Esqué donde lo señalan diciendo:
« La psicosis ordinaria no es pues una nueva categoría clínica sino un aparato epistémico suplementario. Las psicosis ordinarias, de entrada, no se dejan circunscribir, se las puede encontrar en todas partes, incluso donde menos se las espera. Pero ellas no están en tierra de nadie, son psicosis. Y al situarlas en este campo todo el conjunto resulta interrogado.»
Entonces, podríamos decir que se trata de psicosis ordinarias cuando los signos que esta demuestra no son tan evidentes, son signos más bien muy discretos, y que se circunscriben muchas veces bajo transferencia.

Una psicosis ordinaria implica una psicosis aunque sus síntomas, en el sentido de sus signos, no sean manifiestamente evidentes.

Poder situar que se trata de una psicosis ordinaria y no de una neurosis, y luego leerla con la clínica estructural situando que tipo de psicosis es: paranoia, esquizofrenia, manía, melancolía….da pistas fundamentales para la dirección de la cura.

2) Vayamos ahora a la segunda articulación: locura – psicosis. O diría también normal - patológico.

Si bien la locura puede ser del orden de las psicosis, locura y psicosis no son términos equivalentes.

La locura no es algo que se restrinja a la enfermedad mental o a las psicosis. Hay muchos modos de perder la razón, de delirar, de estar por fuera de las normas sociales…

El tema de la locura es fundamental. Toca sin duda a la segregación, que sabemos puede llegar muy lejos y con consecuencias muy nefastas.

Por ejemplo, cuando se sitúa a la locura como un fenómeno puramente orgánico o biológico y se intenta hacer así de la normalidad un patrón científico. Cito aquí a Churchil quien haciendo referencia al nazismo lo nombró como « las luces de una ciencia pervertida ».

Para nosotros con el psicoanálisis lo que diferencia a la locura de la cordura no es una frontera preestablecida y clara. La normalidad es totalmente relativa, al igual que la locura. Puedo considerar que mi vecino de arriba es muy loco y le vendría bien tomar unos ansiolíticos o una ducha de agua fría, pero eso es únicamente mi punto de vista.

Lacan en su Seminario 3, ponía a las psicosis del lado de la normalidad. Aclaremos, que la normalidad a la que se refería en esa ocasión, es la del sujeto psicótico en tanto que es un sujeto normal. Normal, justamente por no estar dividido por su inconsciente.

Entonces, normal por ser sujetos en los cuales no está la división entre el S1 y el S2. Normales en tanto son sujetos que se sostienen a partir de su S1. Su normalidad reside en que no están afectados por su división subjetiva. No está dividido por el inconsciente, no tiene síntomas en el sentido metafórico del término.

Ya en Freud encontramos varios antecedentes de esto. Por ejemplo en su Manuscrito M de 1894 cuando explica vía el mecanismo de proyección al delirio y lo reenvía al yo paranoico en las neurosis. Sitúa ahí al yo, como la instancia psíquica delirante.
También se refirió al delirio de Dora y con más énfasis aún se refirió al delirio de las neurosis obsesivas, especialmente en el caso del Hombre de las Ratas.

Podemos también leer en esta vertiente su artículo Pérdida de la realidad en las neurosis y en las psicosis. Señala ahí que toda neurosis dificulta de un modo u otro, las relaciones del enfermo con la realidad.

Sin duda las neurosis a veces se muestran bien locas.
Por otro lado, refiriéndose a las psicosis, Freud dejó bien en claro que el delirio era un intento de curación. El delirio podía venir como un intento de dar sentido al sin sentido que se le había abierto al sujeto en su existencia.

Tenemos así la evidencia, que ya desde Freud, se puede situar al delirio como algo transclínico.

Es sin duda en esta línea que Lacan en 1978, en el texto que conocemos con el título de Lacan por Vincennes! dónde venía haciendo referencia a Freud quien decía que nada es más que un sueño, enuncia: "todo el mundo es loco, es decir, es delirante". (Publicado en la Lacaniana 11 pag 7).

Si todo el mundo es loco, la locura, ya no se restringe a los psicóticos. Esto tiene sin lugar a dudas consecuencias importantes en la dirección de la cura. Ya que, cualquier idea o esperanza de normalidad, a partir de este enunciado de Lacan cae.

Si sostenemos que todo el mundo es loco, esto marca desde el vamos que el norte de la dirección de la cura, de ahí en adelante, bajo ningún aspecto puede ser pensado apuntando a la normalidad.

Aspirar a diferenciar locura-normalidad puede convertirse en una locura y hasta en una locura peligrosa.
Por otro lado, en nuestros días, sabemos que entre los más jóvenes la locura es cada vez mejor aceptada socialmente. Muchos hablan utilizando la palabra delirio justamente como siendo aquello que los causa en la vida. Mi delirio es la música electrónica, o mi delirio es….

Miller retomó esta frase de Lacan y el título que le dió a su curso de los años 2007-2008 fue justamente Todo el mundo es loco. Esta frase, se puede leer junto con la idea de la forclusión generalizada.

Aclaro aquí, que es Miller quien introdujo esta expresión en su seminario de DEA de 1985, en el que se dedicó a estudiar justamente al caso del Hombre de los lobos.
Hay varios lugares en la enseñanza de Lacan que se pueden considerar como previos a esta manera de nombrar que introdujo Miller.

Destaco ahora solamente una frase del Seminario 23 dónde Lacan dice así: "La orientación de lo real, en mi propio territorio, forcluye el sentido. Digo esto porque anoche me preguntaron si había otras forclusiones además de las que resulta de la forclusión del Nombre del Padre. Es muy cierto que la forclusión tiene algo más radical. El Nombre del Padre es, a fin de cuentas, algo más leve. (…)" p 119

¿Qué implica la forclusión generalizada?
Implica que todos los parlêtres, ya sean neuróticos o psicóticos, todos, tenemos en nuestros discursos una defensa contra lo real.

Se puede decir de otro modo, que lo real del goce jamás es totalmente reabsorbido por el significante y que, la metáfora paterna nunca se realiza por completo.
Se tratará entonces de una defensa frente a la inexistencia de la relación sexual, que Lacan sitúa a partir de su Seminario 20. Es decir, la imposibilidad de escribir, un real que concierna la relación del parlêtre con otro sexo.

Esto significa que la forclusión generalizada no tiene que ver con la forclusión del Nombre del Padre. Hablar de forclusión generalizada no significa que el Nombre del Padre ha sido forcluido para todos.

Es justamente en el lugar de este agujero, que cada parlêtre construirá su delirio por así decir. Y esto incluye, por supuesto, a las neurosis. Porque si bien las neurosis cuentan con el Nombre del Padre, el Nombre del Padre no es suficiente, ya que tiene siempre alguna falla. No todo el goce del parlêtre se reabsorbe con el Nombre del Padre.

Esta falla de algún modo Lacan comenzó a situarla a partir de la introducción del S de A barrado en su Seminario 6, más precisamente en la clase 16 titulada por Miller: "No hay Otro del Otro".

Lacan enuncia ahí algo central en la teoría analítica que representa un giro, fundamental en su propia teoría. Y lo libra como siendo el gran secreto del psicoanálisis. (pag. 330)Lo hace apoyado en Hamlet.

Lacan señala que lo que está anunciando no es contingente, con eso está diciendo que no es que puede suceder o no, sino que ES así. "La A mayúscula tachada significa lo siguiente: en A- que es, no un ser, sino el lugar de la palabra, el lugar donde yace, en forma desplegada o en forma plegada, el conjunto del sistema de los significantes, es decir, de un lenguaje – falta algo. Lo que allí falta no puede ser más que un significante: por eso la S. El significante que falta en el nivel del Otro: tal es la fórmula que da su valor más radical al S(A/).
Ese es, si me permiten, el gran secreto del psicoanálisis. El gran secreto es: no hay Otro del Otro" (p. 331)

Si no hay Otro del Otro, esto implica que ya no hay nada que podría venir a completar. Si no hay nada para completar, es que nada falta. Es un agujero que hace parte de, no es una falta. A partir de acá vamos a poder pensar en lo que va a introducir recién con todas las letras en el Seminario 16 y es la inconsistencia del Otro.

Lacan vuelve sobre esto, por ejemplo en el Seminario RSI donde señala que lo simbólico gira alrededor de un agujero (trou). Aclara que este agujero es irreductible ya que corresponde a la represión originaria. Lo que es representado justamente por el matema S(A /).

Freud lo había abordado en relación con el ombligo del sueño. Que sería el punto en el que todas las interpretaciones convergen, y al mismo tiempo tienen todas algo de inconclusas. Esto no se lo atribuye a una falta de capacidad, sino a un hecho de estructura. Si todo sueño tiene un ombligo, eso significa que no hay una interpretación última.

Miller cuando comenta esta frase del Seminario 6, dice que es como si diciendo esta frase Lacan estuviese sacando de un escondite una gran verdad del psicoanálisis.
Miller se pregunta: ¿para quién estaba escondida esta verdad? Dirá que número uno estaba escondida para los propios psicoanalistas. Miller sostiene ahí que seguramente en ese momento esa frase no había podido ser validada, que es recién ahora, con la continuación de su enseñanza que le podemos dar a esa frase su peso, su valor.

Podemos situar en estas páginas del Seminario 6, un momento central de Lacan vs Lacan. Me refiero así al punto de vista dialéctico de su enseñanza. Sabemos que Lacan avanzó principalmente siendo él mismo su crítico número uno. Porque si hasta el año anterior, es decir el Seminario 5, el Nombre del Padre era fundamental, en tanto representaba a la garantía del Otro, al enunciar acá no hay Otro del Otro, el Nombre del Padre ya no es una garantía.

Fue así, como Lacan llegó en su última clase del Seminario 10 a decir: "si el año que viene puedo continuar con mi seminario, les hablaré de Los nombres del Padre".
Sabemos lo que sucedió en ese momento. Tenemos ahí al seminario inexistente.

Esto en cierto modo ya estaba enunciado desde su Seminario 6, en el grafo del deseo. En su grafo, tal como lo señala Miller, lo que figura arriba a la izquierda es el resultado de lo que se espera de un análisis, y ese resultado no es el Nombre del Padre o S(A) sino que lo que allí figura es el S(A/)barrado.

A partir de este Seminario, nos permite ir viendo un giro en relación hacia donde apunta el final del análisis.

Propone orientar la práctica ya no por el Nombre del Padre sino por lo que surge del análisis mismo. Cae así definitivamente la ilusión de una completud posible.

Si nos quedamos del lado de la inconsistencia, aquí no hay chance. Si no hay chance es porque se trata de un hecho de estructura. Al final, se consiente a que el Otro sea inconsistente. Esto, porque ya no se necesita que el Otro esté incompleto para poder así alojarse en él.

Es tal vez a partir de acá y poco a poco que se puede situar que la orientación del psicoanálisis es hacia lo real. Es decir, del goce que queda por fuera de todas las leyes. Todas las leyes que justamente Lacan había hecho el gran esfuerzo de establecer especialmente a la altura del Seminario 5.

Se tratará al final de un goce que está por fuera de la ley. O mejor dicho sin ley.

Sabemos que Lacan en su enseñanza no avanzó hasta una ley mega abarcativa, sino muy por el contrario hacia la no ley.

Su punto de llegada, no será la estructura total de esas leyes, sino llegar a un real sin ley. Lacan fue en su camino de la ley al sin ley.

Dicho con el lenguaje, va del lenguaje a la lalangue. Que es justamente el modo en que Lacan nombró al lenguaje antes de su ordenamiemto gramatical y lexográfico. La lalangue no implica leyes, dirá que lo real es sin ley…

Tomo aquí un sueño que tuve y que me decidió a dirigirme sin tardar al secretariado del pase para entrar en el dispositivo. La decisión que tomé después del sueño fue que no tenía ni un minuto más que esperar. Salí y llamé al secretario del pase.

El sueño:
El lugar, la sala de espera del analista. Decorado, un teléfono, ubicado justo en el lugar donde siempre hay florero con lindísimos ramos de flores que van cambiando semana a semana.

Protagonistas, La Otra, bella, morocha, italiana y yo.

Una le pregunta a la otra como se llama una parte precisa del teléfono. Ninguna sabe. Me desperté tranquila. Ni ella, ni yo, ni en ningún idioma.

A partir de la idea de la inconsistencia, en el Otro ya no hay un lugar en el que alojarse. Hay un agujero pero que hace parte de. Ni al final del análisis se llega por completo.

El no hay Otro del Otro, es justamente lo que va a dar lugar a la invención.
Como lo señala Miller en su artículo « La invención psicótica », la invención, a diferencia de la creación que es ex nihilo, se sirve de los materiales ya existentes. Y nos invita a pensar a la invención como una suerte de bricolage.

Propongo leer este punto con el texto de Miller Los seis paradigmas del goce. Es un artículo que atraviesa toda la enseñanza de Lacan, dividiéndola en seis paradigmas y situando en cada uno de ellos cuál es la articulación entre el significante y el goce, estos dos órdenes tan heterogéneos y tan centrales en nuestra experiencia. El sexto paradigma, titulado La no relación, es justamente, el paradigma fundado en la no relación, en la disyunción.

Disyunción del significante y el significado.
Disyunción del goce y del Otro.
Disyunción del hombre y la mujer.

Miller sitúa este paradigma a partir del Seminario 20 de Lacan, que considera como el de la no relación. Va tan lejos que lo lleva a cuestionar la pertinencia del psicoanálisis, ya que de lo que se trata en psicoanálisis es de producir efectos sobre el goce con el significante.

¿Qué es lo que pasó?
Todos los términos que aseguraban la conjunción en Lacan, el Otro, el Nombre del Padre, el falo, ya no son fundamentales.

En este sexto paradigma Miller representa dos círculos eulerianos y la intersección entre ambos vacía.

Llegará a decir que allí de no hay conjunción entre lo real y lo simbólico, en ese lugar donde queda un agujero, eso da lugar a la invención. Esta no se limita en lo más mínimo a la invención psicótica, es mucho más amplia, es transclínica. En el agujero se alojan operadores de conexión o suplencias.

Esos operadores precisa Miller pueden ser del orden de la rutina o para decirlo con más glamour se puede decir tradición o herencia. Creo que en este primer caso, estamos más en el campo de lo identificatorio, de lo esperado, de lo normal.
O bien, ahí mismo puede ir la invención.

Es justamente, en el lugar de la invención adonde quiero detenerme ahora. En esta línea llegamos al sinthome. ¿Por qué?

Porque justamente es en las vías de la invención que Lacan sitúa al sinthome. Precisamente en el Seminario 23 dice: "podría reducir toda invención al sinthome". pag 130

El sinthome es una palabra que Lacan retoma del francés antiguo, y que era el modo de nombrar al síntoma.

En el psicoanálisis leemos al síntoma como una respuesta que el sujeto encuentra frente a lo real. Esto implica alejarse de la idea de la normalidad de lo sano, de la salud mental, donde el lugar al que se apuntaría sería el de anular al síntoma.

Al síntoma Freud lo definió como siendo una satisfacción sustitutiva de la pulsión. Hay en el síntoma un mensaje cifrado y al mismo tiempo una satisfacción que se siente como un displacer.

En un trayecto analítico el sujeto averigua lo que está cifrado en el síntoma en ese mensaje, puede, tal vez liberarse del displacer y servirse del síntoma de otro modo.
Para Freud el síntoma por ejemplo en Hans es un compromiso, dónde el odio del padre se transforma en su contrario. El caballo se sustituye allí al padre. En Inhibición síntoma y angustia escribe sobre el síntoma de Hans: "un solo y único rasgo hace una neurosis y es la sustitución del caballo por el padre".

Lacan al principio de su enseñanza hizo de esta sustitución el núcleo del síntoma neurótico bajo el modo de la metáfora, que implica justamente sustituir un significante por otro. El síntoma visto desde el psicoanálisis tiene una función. Es la locura necesaria de cada sujeto para responder a lo real, a lo imposible de adaptarse a lo real.

En Hans el miedo al caballo le sirve para poder tomar a cargo ese goce enigmático, fuera de sentido que había experimentado con su órgano viril.

El síntoma viene justamente ahí, a inventar frente a lo que no hay y lo hace con los materiales existentes

Vuelvo ahora si al sinthome. Por supuesto lo haré de un modo muy parcial. Tomaré algunas citas que me permitieron acercarme a lo que Lacan nombró sinthome.

Lo que Lacan llamó sinthome es justamente lo que en Freud hacía imposible el final del análisis. Es decir, los restos sintomáticos. Hay en el modo de gozar del parlêtre algo irreductible que permanece como un resto. Significa que aún llevando un análisis hasta el final, hasta el pase, eso no quiere decir que no habrá restos.
Si se piensa en un caso desde el punto de vista del sinthome, eso implica tomarlo por el lado de aquello que no cambiara. Desde el vamos eso deja de lado al furor sanandis del cual ya nos ponía en alerta Freud. Miller en Sutilezas analíticas P 95.

Para Lacan, el sinthome es la respuesta que da el parlêtre al "no hay relación sexual", al agujero (trou) que sabemos hace parte de la estructura. Entonces es justamente el no hay que vuelve en cierto sentido necesaria la invención.

En su Seminario 24, Lacan dice: "el psicoanálisis no conduce a escribir sus memorias." Y diferencia lo que es inventar un significante de lo que es rememorar.

Y en ese contexto se refiere a los niños: (Ornicar 17 18 P 21) "El niño no lo inventa. Lo recibe. Y es eso lo que quería que hagamos más"

Lacan se pregunta, o mejor dicho le pide al psicoanálisis que haga con esto un poco más.

Este poco más lo refiere directamente a la invención de un significante nuevo. Destaco acá que cuando se refiere al significante nuevo habla nuevamente de invención.

Me sirvo ahora de mi caso.

El final de mi análisis, tuvo que ver con el principio.

Algo del síntoma se conservó y algo se modificó. Es decir que el núcleo aunque diferente sigue estando. Y el equívoco estuvo presente. Ya que de eso se trata justamente en la operación analítica. De obtener por medio del equívoco significante efectos de sentido que sean reales. Y esto, jugando con el cristal de la lalangue.

Después de tantísimos años, a la salida, encontré la entrada transformada. La primera demanda se había concretado cuando a los trece años me saqué una nota por debajo de la exigida. Mi conclusión había sido: no sé y había desencadenado primero (…) En la puerta de salida, también estuvo el no sé. No cesa, pero cambió de estatuto.
Surgió en los dos últimos sueños que le relaté al analista. Fueron las dos últimas sesiones.

La anteúltima sesión. Allí, algo de mi síntoma se escribió de otro modo. Diría que se escribió de un modo sinthomatico.

Se escribió, con la lectura que al despertar, hice de ese sueño. Más precisamente con una imagen de ese sueño. Un rinoceronte. Lo leí, al modo que indica Freud en la interpretación de los sueños cuando habla del rebús, o el acertijo en imágenes. Para esa lectura casi instantánea, creo que hice aún antes de abrir los ojos, usé el castellano de mi lengua materna y el francés, lengua de mi último análisis.

El rinoceronte, se alejó de su imagen, que sin embargo después de ese sueño me interpela.

El rinoceronte devino escritura, y con esa escritura una nueva lectura.

El "ri" (de la risa en francés, al que le saqué la t muda que lleva en ese idioma).
El "noce" fue ahora no sé, con s, aquel, que me cosquilleó desde siempre.
Y el "ceronte" devino cero honte que significa cero vergüenza. Si bien mi vergüenza lejos está de haber quedado en cero, también es cierto que está lejos de esa inhibición que tanto me angustiaba e impedía.

Como escuchan, el no sé es aun de actualidad. Sin embargo situar lo imposible alivia la impotencia.

Hay sin duda una satisfacción ligada al sinthome en el final del análisis. Y eso a mi parecer es lo que Lacan llamó en su Seminario 24, la invención de un significante nuevo. Ese significante en parte está en relación con los S1 del sujeto y por otra parte, no había existido nunca antes de ese modo.

Lacan dice en el Seminario 24 cuando se refiere al significante nuevo, ¿por qué no haríamos un poco más?
Y contesta, no es que no tratemos. Es en eso justamente que consiste la agudeza (mot d'esprit), consiste en servirse de una palabra para otra cosa que para la que está hecha. Se la arruga un poco y es justamente en ese arrugarla que reside su efecto operatorio.

Es entonces la invención un modo de introducir algo nuevo en el campo del Otro. Incluir en el Otro algo que antes no estaba. Y ahí me parece que se sitúa al sinthome como algo que viene al lugar de la articulación que no hay entre el goce y el Otro.

El significante nuevo es entonces aquello que se puede hacer gracias a la capacidad metafórica y equívoca del significante.

¿Es eso lo que se llama en nombre del sinthome?